Miren el busto de Manolete ! que verguenza !
La sabiduría popular nos ha recordado, desde tiempos inmemoriales, que ni los burros tropiezan dos veces con la misma piedra, sin embargo, los que manejan la organización de la Feria del Señor de los Milagros desde hace unos años, los señores de la familia Villafuerte, han venido tropezando todos los años que gestionan la mencionada feria con las mismas piedras: insistiendo en programar, para la novillada con picadores que inaugura los festejos, la ganadería “Apóstol Santiago”, sabiendo sus limitaciones de encaste, bravura y nobleza.
El domingo 27 último, salieron al albero de Acho 6 novillos mansos de solemnidad, que dieron un espectáculo deprimente. Ninguno tuvo la bravura que la bicentenaria plaza de toros requiere y merece. Por la reincidencia de este maltrato al público que acudió a la plaza de toros y que, con toda razón, no llenó ni la mitad del aforo, esta situación es censurable. Se ha hecho una mala costumbre que estos toros de la ganadería mencionada, que en ninguna plaza importante del norte del Perú se lidian, tengan que hecharlos para inaugurar la feria más importante del país. En el Perú existen ganaderías que tienen toros de pura casta, bravos y de calidad comprobada en todas las ferias que se lidian, entonces, ¿por qué insistir en una ganadería que año tras año viene petardeando por su falta de casta y bravura?
Esta falta respeto también ha sido contra los novilleros que partieron plaza en la novillada inaugural de la Feria. Rafael Cerro y Román Collado, triunfadores de la temporada novilleril española, con su oficio y valor, escondieron las deficiencias de los que les tocaron en turno, y los hicieron ver menos malos de lo que fueron, pero, el novillero mexicano Juan Pablo LLaguno, que pechó el lote más malo, no pudo hacer nada y paso por la calle de la amargura toda la tarde, demostrando la pésima calidad de sus novillos. Ojalá que esta tarde, que pasará al olvido, sea la última que lidie la ganadería “Apóstol Santiago en la plaza de toros de Acho, por bien de la fiesta y por respeto a la sufrida afición.
Walter Chávez Tejada
La sabiduría popular nos ha recordado, desde tiempos inmemoriales, que ni los burros tropiezan dos veces con la misma piedra, sin embargo, los que manejan la organización de la Feria del Señor de los Milagros desde hace unos años, los señores de la familia Villafuerte, han venido tropezando todos los años que gestionan la mencionada feria con las mismas piedras: insistiendo en programar, para la novillada con picadores que inaugura los festejos, la ganadería “Apóstol Santiago”, sabiendo sus limitaciones de encaste, bravura y nobleza.
El domingo 27 último, salieron al albero de Acho 6 novillos mansos de solemnidad, que dieron un espectáculo deprimente. Ninguno tuvo la bravura que la bicentenaria plaza de toros requiere y merece. Por la reincidencia de este maltrato al público que acudió a la plaza de toros y que, con toda razón, no llenó ni la mitad del aforo, esta situación es censurable. Se ha hecho una mala costumbre que estos toros de la ganadería mencionada, que en ninguna plaza importante del norte del Perú se lidian, tengan que hecharlos para inaugurar la feria más importante del país. En el Perú existen ganaderías que tienen toros de pura casta, bravos y de calidad comprobada en todas las ferias que se lidian, entonces, ¿por qué insistir en una ganadería que año tras año viene petardeando por su falta de casta y bravura?
Esta falta respeto también ha sido contra los novilleros que partieron plaza en la novillada inaugural de la Feria. Rafael Cerro y Román Collado, triunfadores de la temporada novilleril española, con su oficio y valor, escondieron las deficiencias de los que les tocaron en turno, y los hicieron ver menos malos de lo que fueron, pero, el novillero mexicano Juan Pablo LLaguno, que pechó el lote más malo, no pudo hacer nada y paso por la calle de la amargura toda la tarde, demostrando la pésima calidad de sus novillos. Ojalá que esta tarde, que pasará al olvido, sea la última que lidie la ganadería “Apóstol Santiago en la plaza de toros de Acho, por bien de la fiesta y por respeto a la sufrida afición.
Walter Chávez Tejada