martes, 8 de marzo de 2022

AL TORO POR LAS ASTAS por Josefina Barrón



Josefina Barrón

Feliz día a todas las mujeres, y a los hombres que nos hacen felices, pues también!

AL TORO POR LAS ASTAS


Por Josefina Barrón

4 de junio de 1913. Dicen que ella no buscaba morir, que tan solo quería llamar la atención del público que esa tarde acudiría al Derby de Epsom con un acto impactante. Pero parecía ser uno suicida. Emily Davison buscó conscientemente ponerse al frente del caballo del rey Jorge V en plena carrera y ser pisoteada por él. Falleció luego de cuatro días de agonía. Ya había procurado obtener el derecho al voto para las mujeres en otras ocasiones poniéndose al borde de la muerte. 

Tuvo que ser alimentada a la fuerza más de una vez en la prisión de
Holloway. Incluso se lanzó por las escaleras de hierro en señal de protesta. Su columna vertebral, y todo su ser, sufrían de inconformidad; la vida sin los derechos más básicos no tenía sentido alguno.



Escribió Orson Welles acerca de Conchita Cintrón que uno no puede
hacer esperar a una mujer eternamente. Hasta que llega la tarde en que decidió que había esperado mucho más que lo suficiente. Y se bajó del caballo. Dejó de rejonear, cogió la muleta y la espada, y se puso a torear a pie, a pesar que España y la dictadura lo tenían prohibido a las mujeres. Perdonó la vida al animal luego de arrancar los vítores del público en medio de la plaza. Fue arrestada, pero tuvieron que dejarla ir. Orson Welles prosigue diciendo que la vida de Conchita Cintrón constituye una reprimenda a todos esos hombres que mantienen la idea que las mujeres deben perder algo de su feminidad si pretenden competir con los hombres.


Una se puso frente a un caballo en medio de la carrera. Treinta y seis años después, la otra se bajó de él y se plantó frente a un toro. Ambas, motivadas por la inconformidad, mostraron la nobleza y la garra que han inspirado a miles durante décadas a continuar procurando igualdad de géneros. Es un camino lento, pues hoy aún existen mujeres que llevan el rostro cubierto por mandato. No tienen derecho ni siquiera a estudiar la primaria, menos aún a opinar. En sociedades retrógradas que aún persisten, se las

lapida si son acusadas de adulterio. Y en la nuestra, tan moderna supuestamente, aún hay quienes perciben menos honorarios que los hombres por el mismo trabajo. No quiero ni pensar que debemos tener un día como el de la mujer para recordar lo que es tan evidente a nuestros ojos: que no seremos iguales a los hombres, pero debimos tener desde el principio de los tiempos los mismos derechos. Las mismas oportunidades.

















Andres Roca Rey