El torero Enrique Ponce ha considerado la tauromaquia como el "arte de artes" quien en 2007 recibió la Medalla del Oro al Mérito a las Bellas Artes, los aficionados taurinos del mundo consideran que la fiesta brava es una manifestación artística con gran parecido a la ópera, tesis sostenida por el famoso filósofo francés Francis Wolff, al indicar que tanto la tauromaquia como la ópera comprenden una expresión artística en su más amplia y extensa manifestación. La faena taurina por otra parte, conlleva la dimensión de la realidad y por ello envuelve un peligro verdadero, una herida real y una muerte auténtica. Podemos afirmar por consiguiente que la fiesta brava no es un deporte, ni un juego ni un rito, pues en el toreo se logra apreciar los hechos reales, mientras que las otras artes se concretan a imaginarlos o representarlos.
Torero Muerto
Reconociendo la Tauromaquia como un arte Goya, Monet, Picasso, Dalí, Cassat, Ruano Yopis, Botero y muchos otros han plasmado a través del pincel instantes valiosos y llenos de tauromaquia.
La corrida de toros es una pintura de 1865-1866 de Édouard Manet, ahora en el Museo de Orsay en París. Fue producido después del viaje del artista a España en 1865, Desde sus primeras visitas al Louvre, alentadas por su maestro Couture, Manet sintió una gran atracción por la pintura española. El
Barroco español, con la figura de Velázquez a la cabeza, y Goya hicieron mella en el sentimiento del joven artista. Además, en Francia estaba de moda lo español desde el Romanticismo, moda que se vio acentuada con el matrimonio de Napoleón III con la española Eugenia de Montijo. Tras los primeros varapalos en el Salón - Desayuno en la hierba y Olimpia - decidió Manet conocer España, viajando durante el verano de 1865 por la meseta castellana y visitando el Museo del Prado. Una de sus atracciones
preferidas serán los toros, realizando numerosas escenas a su regreso a París en las que la tauromaquia será la protagonista. Una de ellas es esta preciosa Corrida de toros, en la que el artista refleja los recuerdos de los espectáculos presenciados en España, junto a las escenas de toros pintadas y grabadas por Goya. La rapidez de la factura resulta sorprendente; mientras que en los primeros planos existe mayor nitidez en las figuras, los espectadores del fondo están tratados como manchas de color. De esta manera muestra una magnífica estampa en la que la violencia de la fiesta y la luz española son captadas a la perfección.