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El caso de Javier Castaño, otro de los emergentes en 2012, es diametralmente opuesto al de Fandiño y Mora. Castaño se presentó de novillero como un ciclón, con un valor suicida que espantaba y decenas de revolcones y cogidas, entre el tremendismo y el ojedismo. El salto a matador le hizo ver que esa vía no tenía mucho futuro y tuvo que pagar su travesía por el desierto para volver convertido en un lidiador...leer mas+
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