Debuta con muy buena presentación ganadería Santa Rosa de Lima en la Plaza de Acho que cumplió con gran presentación y bravura , procedencia Domecq-Torrestrella, vía Roberto Puga.
Emilio Barrantes (peruano) Silencio tras tres avisos y palmas.
Mario Alcalde (Esp.) Saludos tras aviso y vuelta.
Francisco José Espada (Esp) Palmas y dos orejas simbólicas.
Alfredo Galdós envió un encierro noble bien presentado que embistió dando un buen debut en Acho.
Se indultó el 6º de nombre 'Montero' No. 149 con 415 kilos.
Francisco Jose Espada resultó el triunfador de la novillada en Acho.
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Por: Carlos Castillo Alejos
Emilio Barrantes no se acoplo con el primero de la tarde. A su toreo le falto temple con los engaños y conexión con los tendidos, sumado a su indecisión a la hora de manejar los aceros, sin siquiera intentar descabellar, por lo que transcurrió el tiempo reglamentario y eecuchó los tres avisos de la presidencia. En el segundo de su lote salió más decidido, consiguiendo hacerse ovacionar en logradas verónicas. Con la muleta consiguió pases estimables por ambos pitones, arropado por la concurrencia. Aunque, su toreo careció de profundidad para alcanzar cuotas mayores, tuvo una leve petición de oreja no atendida y se limitó a escuchar las palmas del respetable.
Mario Alcalde realizó lo más torero de la tarde. A su primero lo toro con temple, mando y ligazón que calaron en los tendidos, dejando ver el buen toreo que atesora. Perdió un seguro premio por culpa del acero y del puntillero que no acertó con el verdugillo, conformandose con agradecer una fuerte ovación de los tendidos. En el otro, noble, pero sin fuerzas, hizo labor de enfermero toreando a media altura, consiguiendo pases templados de buen trazo. Después de matar fue obligado a dar un merecida vuelta al ruedo, tras negarse la presidencia a concederle la oreja solicitada por los asistentes.
Francisco José Espada desaprovecho al primero de su lote, al que no supo que hacer con él. A falta de oficio y resolución abrevio, por lo que fue silenciado. En el que cerró plaza pudo lucir su clase para ejecutar el toreo, consiguiendo algunas buenas tandas por ambos pitones con gusto y calidad. Después, alentado desde el callejón por algunos náufragos y apuntado por su mentor el matador César Jiménez, alargó la faena hasta conseguir el indulto, que le valió el exagerado premio del doble trofeo simbólico, dar vuelta al ruedo en compañía del ganadero Alfredo Galdós, adjudicarse el trofeo en disputa y salir a hombros de la plaza, mientras el verdadero triunfador, Mario Alcalde, abandonaba dignamente a pie el albero bajopontino.